Sarah Kay

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Sabemos que podemos encontrar toda clase de información a través de internet. Nacional, internacional, pasada, presente, y a veces futura, pero siempre nos sorprende ( o al menos a mí). Hace unos días, me llevé una muy grata sorpresa proveniente de aquí, de la red. Estaréis pensando que cuanto misterio me traigo entre manos... pues os cuento...
Hace unos días, sumida en los diseñillos de mis etiquetas, y buscando cositas infantiles para bautizos y comuniones, me encontré con Sarah Kay y sus dibujos. Si digo la verdad, no sabía que Sarah Kay era el nombre la autora de esos preciosos niños, niñas o bebés que decoraban libretas, estuches o mochilas. Bebés felices sobre una mantita de cuadros, acompañados siempre de animales y flores, o sus niñas con grandes y destartalados gorros, pelo desordenado, pantalones bombachos y pies descalzos. También sus niños o jóvenes campesinos, de pantalones remendados y mirada inocente. Una infancia dulce, cálida, ingenua, que promovía valores como el amor hacia los animales, hacia los amigos, la familia, la naturaleza, el trabajo, el ocio, la música, la lectura, o infinidad de actividades.... Desde que estaba en el colegio no me había vuelto a acordar de sus dibujos. Cuando por casualidad topé con un dibujo suyo, me quedé perpleja... los había olvidado!!!! Había olvidado y casi borrado de mi mente estas obritas de arte, de niños/as humildes, naturales, felices, inocentes y tan fascinantemente hippies, que con tanto amor decidió pintar una madre cuando su hija cayó enferma. Intentó hacernos llegar un gusto por lo natural y lo sencillo, el amor por las cosas bellas de la vida, y la felicidad que no se encuentra con el dinero. En cada dibujo recreaba el mundo como ella lo veía, o tal vez el mundo que quería para sus hijos. La forma de recrear detalles, objetos antiguos o miradas tal vez no sea impecable desde el punto de vista artístico ( pero qué arte que haga sentir es impecable?), pero la forma de hacer que algo se remueva en mi interior, o la forma de enganchar a un niño a su mundo, sí que es impecable... no voy a decir que me un dibujo de Sarah Kay me guste de la misma manera que un cuadro de Velázquez por ejemplo, pero sí que evoca en mí una sensación de entrañable nostalgia que me transporta a mi niñez. Recuerdo como podía pasar mintos embobada mirando cada detallito, cada rizo, cada peca, o esas barriguitas y traseros respingones.
Sus dibujos "luchaban" silenciosa, anónima, y pacíficamente con Barbie o Nancy, allá por los 70-80. Así es, como casi todo en la vida, estas humildes niñas, tenían unos grandes competidores: la moderna Barbie, el flamante Ken, o la escultural Nancy. Durante algunos años convivieron juntos, pero el glamour de estos guapos jóvenes, pudieron con la sencillez de sus niñas de campo.
Ahora, pasado el tiempo, como niña de los ochenta que fuí ( y persona y mujer de los ochenta que me considero en esencia), sigo viendo a las Barbies ciruclar por todos sitios, sin envejecer ni perder sus formas perfectas, sin ningún remiendo en su ropa, sin ninguna imperfección, ni cicatriz y estando siempre a la última en vestimenta y complementos, y me doy cuenta de que por mucho o poco que las vea, jamás provocó, provoca, ni provocará en mí una sensación parecida a la que provocó hace pocos días las mujercitas de Sarah Kay... ¿ por qué preferimos-elegimos a Barbie y a Ken, que vimos o vemos en ellos? no lo sé... lo que sé es que un trabajo bien hecho, el amor por lo que se hace, y una filosofía de vida, está por encima de cualquier firma poderosa con marketing milloraio. Ellos seguirán lógicamente estando en los escaparates y en los anuncios de televisión, pero Sarah Kay y sus creaciones estaran en el corazón de muchos.
He estado mirando por la red, y encontré muy poca información sobre ella, por lo visto jamás dio ninguna entrevista, ni salió de su casa con fines comerciales. Realizo su trabajo de manera casi anónima, desde su casa en Australia, donde vivía en compañía de sus hijos  ( los cuales ofrecieron a su madre el estímulo idóneo y la motivación necesaria para comenzar a dar a conocer su arte).
Como dije antes, en mi niñez no supe el nombre de la autora, y con el paso de los años tampoco me interesé por saberlo, puestro que estos dibujos desaparecieron de mi mente. No es que me alegre el hecho de no saber quien era esta pintora, pero sí que me alegro de a mis 31 años, haberme puesto a buscar, guardar y coleccionar dibujos de una mujer casi anónima, discreta, que pintó esto hace más de 20 años, desde la intimidad de su hogar, sin pretensión de éxito, con la única intención de cubrir las necesidades de sus hijos. Siento mucho gusto al ver que la lucha talvez sirve para algo, que la vida a veces es justa, que el trabajo puede que sí tenga recompensa,  y que el dinero poco influye en los sentimientos ni en las sensaciones que experimentamos ( aunque por desgracia, sí influye en nuestros actos), y que todos podemos, si realmente queremos y nos lo proponemos... lo más importante, es no saber que es imposible....

Y me dejo ya de tanto rollo y os enseño todos los dibujitos que he encontrado ( iré consiguiendo más)... espero que os guste tanto como me gustó a mí encontrarlos, y que a más de dos, os traiga recuerdos entrañables de vuestra niñez.