Hola a todos los que me leéis o me leeréis. Voy a empezar una nueva andadura en este mundo de Internet. Antes de todo, pediros disculpas si no está todo explicado o mostrado como debería estarlo (prometo ir mejorando poco a poco), soy nueva el mundillo “blogger”. Si en algún momento de vuestra visita a mi blog surgen algunas dudas, o algunas recomendaciones, comentarios o demás, no dudéis en hacérmelas llegar, pondré remedio u os ayudaré en lo que esté en mi mano.
Os voy a hablar un poco sobre mi afición jabonera. Es muy típico el dicho “mi abuela hacía jabón” pero es verdad que todos hemos visto como nuestras abuelas y madres hacían jabones; como es propio de cualquier niño, a todos nos llamaba mucho la atención y queríamos meter las manos (de peques no hay miedo a nada) en el jabón y que nos dejaran “ayudar” en la tarea. Después, el tiempo va pasando, a algunos les sigue gustando el mundo del jabón, y otros lo olvidan, o van desarrollando otros gustos. Yo pertenezco a la primera clase de personas, a las que les siguió gustando. De siempre en mi casa se hizo jabón para lavar (líquido) y mi abuela hacía el típico jabón de Castilla (sólido). Recuerdo una frase muy escuchada por mí de peque, pues siempre que me salía alguna erupción, eczema, picor o alguna dolencia en la piel me decían: “lávate con jabón casero y verás como se te cura”.
Así era, mano de santo, el curalotodo casero por excelencia de todas las casas de mi pueblo (o al menos de todas las que yo conocía).
Mucho más tarde, ya no recuerdo ni como, me vi asistiendo a un curso de cosmética natural, de elaboración de jabones, y de cremas naturales, pasaba hora leyendo libros sobre plantas medicinales y sus beneficios para la piel, sobre aceites vegetales o sobre aceites esenciales. Todo eso fue un poco locura, pues la época que elegí para empezar en este mundo, talvez no era la más adecuada y me ví envuelta en muchísimas cosas que hacer, mucho que disfrutar y mucho que mostrar, pero también mucho estrés. Jamás pensé en enseñar mis jabones o mis cremas aquí y mucho menos tener un blog propio, pero unas cosas llevan a otras, los jabones gustaban, sentaban bien a la gente con problemas cutáneos, me pedian hacer detalles para bodas, bautizos y comuniones, hasta que pasó de ser una afición a ocupar mucha parte de mi tiempo. Una persona me animó a darlos a conocer, además de comprármelos para su tienda…. Y aquí estoy, además de en Facebook. No sé como haré todo esto, pero lo que sí sé, es que tengo mucha ilusión puesta en este nuevo proyecto, que deseo que os guste.
Con este blog ( espero que visitado), voy a dar rienda suelta a muchas cosas que me gustan: ofrecer mis productos, practicar la fotografía y añadir un poco de fantasía.
Deseo de todo corazón que os guste, que paséis un ratito agradable visitándolo, y que si alguno de los que me leéis probáis mis productos, sean de vuestro agrado y cumplan con vuestras exigencias o expectativas. Aún así, suelo hacer jabones personalizados por encargo, para ciertos problemas de piel, y que además sean estéticamente del gusto de la persona que me encarga, pues entiendo que mis gustos no son del agrado de todos, en estos casos mis gustos personales quedan a un lado ( aunque jamás perderán mi esencia) para cumplir el requisito de cada persona. De no ser así, este blog tendría poco sentido.
Aunque tal vez no sea muy común en este mundillo del jabón, como he dicho voy a agregar un poco de fantasía. Baya de Oro es un personaje que me trae recuerdos y elegí ese nombre para “bautizar” a mis productos ( cosmética natural Baya de Oro; Jabones Baya de Oro ).
Comienza la fantasía:
¿Alguien a estado alguna vez tumbado en la arena de la playa, o en la montaña, o simplemente a solas en algún sitio, y ha percibido olores que no son usuales? A mí me pasaba de pequeña ( y ahora con más frecuencia). Yo me preguntaba de dónde vendría esos olores que me recordaban a melodías, a películas, a fiestas, o a situaciones concretas, en definitiva, a momentos ya vividos. Siempre, cuando preguntaba, me contaban la misma leyenda: “un ejercito de simpáticos duendecillos recorren el planeta en busca de fragancias, de esencias, de arcillas, de barros, de lodos, de aceites vegetales, de plantas… después de mucho tiempo de expedición cada uno vuelve con lo que ha encontrado. No solo traen materias de buena calidad, sino que vienen cargados de historias o leyendas sobre las materias, confiadas a ellos por los habitantes del lugar.
Ese ejercito de simpáticos duendes trabajan por amor a un misterioso ser, de nombre Baya de Oro. El día en que vuelven cargados de productos, todos se reúnen para celebrar su vuelta junto a Baya de Oro. Después pasan meses elaborando recetas, experimentando, y disfrutando. Nadie ha sabido jamás dónde viven, dónde trabajaban ni cual es su aspecto físico ( si es que era físico ), lo único que se contaba es que eran sabios ( para unos ), o magos ( para otros ) o brujos (para los demás ), y que sus pócimas para la piel y para la mente eran milagrosas”.Nunca creí que aquello fuera una leyenda, y no paré de buscarlos. Pensé que talvez eran seres tan tan diminutos que eran imperceptibles al ojo humano, o que eran tan sigilosos que pasaban desapercibidos, o que se escondían para no ser vistos. Seguramente, afirmaba, los olores que percibo son los humos de su fábrica secreta Solía salir al monte por la noche, me resbalaba de mi cama, y silenciosamente salía de mi casa, pensaba que allí y de noche, podría encontrarlos. Pasaron los años hasta que una noche, muchas luciérnagas empezaron a rodearme, parecía que me empujaban hacía un lugar, el camino quedaba iluminado, y las seguí. Encontré que mi camino terminaba justo delante de un nogal milenario, miré hasta que encontré algo. Justo en el centro del árbol había un agujero, un agujero oscuro, y metí la mano. Cogí lo que había dentro, y me encontré con un pergamino y un jabón. Sorprendida y sin luciérnagas que iluminaran mi camino, volví como pude a mi casa, a mi habitación, a mi cama. Cuando abrí el jabón envuelto, toda mi habitación se inundó de un olor que me recordaba a las navidades del año anterior, cuando tan bien lo pasé con mi familia. Procedí a abrir el pergamino y me encontré con una extensa explicación de los productos que contenía el jabón, sus propiedades, elaboración, aroma, textura y color. Al día siguiente, me fui corriendo a mi cocina-laboratorio, y me puse manos a la obra con la elaboración de mi jabón-regalo.
Desde entonces, asiduamente voy a visitar el nogal donde Baya de Oro me deja las recetas.
Como os decía antes, de la mezcla de esas sensaciones de olores, junto con el recuerdo del personaje y mi imaginación infantil, nacieron los jabones Baya de Oro ( BdO).
Espero que poco a poco, cogais un poquito de cariño a Baya de Oro, igual que se lo tengo yo.
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